miércoles, 10 de marzo de 2010

"Los chicos celíacos también pueden comer cosas ricas"

Mientras que muchos padres luchan contra la apatía de sus hijos hacia las frutas y la verduras, otros se enfrentan a una afección en la que la comida puede convertirse en el padecer de sus hijos, o en su tratamiento. Es el caso de la enfermedad celíaca, una intolerancia intestinal a una proteína (el gluten) presente en ciertos alimentos, en la que el tratamiento consiste en eliminar su presencia en la dieta.

Claro que para ello hace falta algo básico, y que no siempre abunda: información sobre la enfermedad, sobre su diagnóstico y su tratamiento. Información que permita dar por tierra con muchos mitos, como el que afirma que la comida de los celíacos es fea.

"Por más que no pueda comer alimentos que contengan harinas de trigo, avena, cebada y centeno, el celíaco también puede comer cosas ricas", aseguró Mónica Cortizas, autora del libro Recetas queridas, especialmente dedicadas a personas celíacas.

El libro compila más de cien recetas creadas por ella originalmente para su hija, Margarita, de 16 años, que es celíaca, pero que ahora se ofrecen a todos los que deseen hacer más placentera la alimentación de las personas celíacas.

Prueba y error
El libro es, por sobre todas las cosas, una expresión de la lucha que debió emprender Mónica Cortizas contra el desconocimiento de la enfermedad celíaca. "Todo comenzó cuando Margarita, que era un pomponcito rubio de 18 meses, comenzó a deteriorarse -recordó Mónica-. Los médicos me decían que yo era una madre primeriza y muy nerviosa, y que estaba buscando enfermedades que mi hija no tenía."

Así, Mónica recorrió varios hospitales y consultorios, hasta que finalmente dio con un gastroenterólogo. "Tan sólo con verla me dijo que Margarita era una celíaca de libro -contó-. La internaron, le hicieron una biopsia y al segundo día me confirmaron el diagnóstico. A partir de ahí, tuvimos que cambiar el régimen de vida de toda una familia."

Mónica y su marido decidieron que toda la familia (Margarita tiene un hermano mellizo, que no es celíaco) adoptaría la dieta libre de gluten de su hija. Pero ése no fue el único cambio: "Yo tenía una empresa y me iba muy bien, pero no sabía cocinar y mi hija se estaba muriendo de hambre, así que le entregué la llave del negocio a mi socio y abandoné todo eso. Entonces, me metí dentro de la cocina; en esa época a mí se me quemaban hasta los huevos duros".

El aprendizaje, aseguró Mónica, no fue fácil. "En esa época había mucho menos información sobre la alimentación de una persona celíaca de la que hay ahora -agregó-. Así que todo fue a prueba y error."

Prometo mejorar
La primera comida que cocinó Mónica es difícil de catalogar. "Con Maizena, un huevo y bicarbonato hice un bollito y lo metí en el horno -recordó-. Era espantoso, pero cuando mi hija se levantó después de cuatro días de shock, sin comer, y pidió comer pan, yo le ofrecí ese bollito y le prometí que se lo iba a mejorar."

Margarita, con sólo 18 meses, aceptó la propuesta, y comió. Mónica cumplió con su promesa.

Durante los siguientes catorce años, su cocina fue un laboratorio en donde nacieron y se perfeccionaron recetas de todo tipo (pastas, postres, panes, etcétera). Estas se fueron acumulando hasta que un día Mónica aceptó la propuesta de su médica de cabecera que, tras recibir un diagnóstico de celiaquía, la alentó a darles forma de libro.

El proyecto se concretó cuando Mónica llamó al call center de Maizena en busca de que la firma publicara un libro de recetas para celíacas.

Con una tirada de 5000 ejemplares, el libro fue lanzado y será distribuido en todo el país y en forma gratuita a quienes lo soliciten al citado call center (0800-444-2337); algunas de las recetas se pueden bajar gratuitamente de Internet
(www.maizena.com.ar/site/Maizena_Celiacos.pdf ).
Fuente: La Nacion

1 comentario:

Maldito Gluten dijo...

SE NECESITAN MUCHAS MUJERES COMO MONICA QUE SIGAN ADELANTE, QUE AYUDEN Y ENSEÑEN, QUE LA MEJOR FORMA DE PASAR LOS OBSTACULOS ES HACIENDO.